miércoles, 8 de junio de 2011

PRINCIPIOS Y VALORES ÉTICOS

CONCEPTO

La palabra valor tiene tres acepciones, a saber:
· Una que deviene del concepto utilitarista que nos pone en el plano del costo, del precio, de la ganancia (de lo material).
· Otra que tiene que ver con la valentía y la fortaleza.
· Y una última que deriva de lo humano, es lo que cualifica y lo que nos hace ser mejor persona.

Es sobre ésta última acepción que se hará referencia en el presente documento.

En el campo de la Ética el estudio de los valores se llama axiología y se refiere a aquello que es bueno, digno de aprecio y que nos permite cualificarnos como personas.

Los valores son aquellas cualidades que poseen los seres humanos, por las cuales vale la pena luchar, que ayudan a la realización personal y al logro de metas; pero también podemos definirlos como los ideales que permiten que la persona, sus acciones o los objetos materiales sean calificados y, por lo tanto, se conviertan en deseables para el mismo ser humano. Los valores no son conocimientos o conceptos, se transmiten a través del ejemplo, deben ser el
resultado de opciones diarias y libres. Todos somos libres, además, de escoger o construir nuestros valores y darles el orden y la importancia que consideremos correctos de acuerdo con nuestra manera de ser y de pensar. Sin embargo hay valores que no cambian, que se conservan de generación en generación, siempre y en todas partes, como la condición de dignidad humana, la cual es un don inherente a todo ser humano. Es el reconocimiento fundamental en el cual se basan los derechos humanos; sin embargo como afirma Gustavo Wilches Chau: “ el que le niega la condición de dignidad a los demás sí se quita a sí mismo la condición de dignidad”.

La selección de los valores como guías de conducta para la existencia debe ser resultado de la libre elección del individuo, para que los considere realmente importantes y vitales para él. Si hay presión para su selección el resultado no será el mismo, pues no influirán por mucho tiempo en el comportamiento; así mismo, deben surgir de varias alternativas de las cuales pueda escoger, y sólo así es posible la preferencia. Para que algo guíe la vida de los sujetos en forma racional y con significado, debe surgir de balancear las circunstancias.

Sólo cuando se comprende perfectamente las consecuencias de cada alternativa pueden hacerse decisiones inteligentes; las decisiones impulsivas, hechas sin meditar o a la ligera, no producen acciones con sentido. Actuamos así cuando procedemos movidos por otros, sin ser autónomos y responsables. Es necesario que el individuo goce de autonomía para lo que considera que debe y no debe hacer, pues es la única manera de responder a cabalidad por sus actuaciones y aprender de las experiencias que la vida le propicia. Igualmente, ser responsable implica tener claridad de que la libertad no es sin límites y que en cada una de mis actuaciones debo tener en cuenta mi propio bien, el de los demás y el bien común, pues ser responsable implica responder ante nuestra conciencia y ante la sociedad.

La responsabilidad es la conciencia acerca de las consecuencias que tiene todo lo que hacemos o dejamos de hacer sobre nosotros mismos o sobre los demás.


En el campo del estudio o del trabajo, por ejemplo, el que es responsable lleva a cabo sus tareas con diligencia, seriedad y prudencia porque sabe que las cosas deben hacerse bien desde el principio hasta el final y que, sólo así, se saca verdadera enseñanza y provecho de ellas. Un trabajo bien hecho y entregado a tiempo es sinónimo de responsabilidad. La responsabilidad garantiza el cumplimiento de los compromisos adquiridos y genera confianza y tranquilidad
entre las personas.

La libertad es equilibrio y es poder de decisión. Es la posibilidad que tenemos de decidir por nosotros mismos, cómo actuar en las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida. El que es libre elige, autónomamente, entre determinadas opciones, las que le parecen mejor o más convenientes, tanto para su propio bienestar como para el de los demás y responsablemente asume las consecuencias de su decisión. Las personas libres piensan muy bien lo que van a hacer antes de decidirse actuar de una u otra manera, pues saben que la libertad no es sinónima de hacer “lo que se nos dé la gana”, y que la mayoría de nuestros actos tienen consecuencias buenas o malas dependiendo del grado de responsabilidad con el que actuemos.

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